Un Futuro en mi Presencia.
Esa noche había
despertado 3:47 AM con algo de sed y hambre.
Baje
bruscamente de mi cama y me dirigí hacia la cocina, de espaldas al sillón caminé
hacia la heladera y saqué un vaso, serví el jugo en él y cuando me quise dar
cuenta ya se me había acabado.
Al terminar me di vuelta como para ir a mi habitación
y en el sillón vi una especie de bulto, un ente que hacia un sonido parecido al
de un respiro, o a un ronquido, entre la oscuridad y su posición no podía ver
que era, en eso escuche un sonido parecido a un zumbido, era una vibración; “eso”
que al parecer estaba dormido, despertó y saco de su bolsillo un celular, al
encenderlo le logre ver la cara, era una persona, esa cara ya la había visto
antes, me hizo sentir frente a una especie de espejo; sí, esa persona era yo,
me estaba viendo a mí mismo.
En ese momento
me acerqué hacia él, miré el celular y el mensaje era de un número desconocido,
decía “ahora.”.
Tardé en
comprender que él no me veía, ya que yo me movía cerca y él observaba el
celular, como tratando de entenderlo o de descifrar alguna clase de mensaje.
Decidí ir al
baño; cuando Salí de allí esa persona estaba parada en frente de la puerta, yo
me asuste y Salí de allí, el entro hizo sus necesidades y salió detrás de mí.
Después de
eso todo parecía normal, las habitaciones y la casa en general.
Pensé que
era una especie de sueño, o tal vez una ilusión, hasta que me chocó y sintió algo
de miedo, me sentí un “fantasma”; el clima templado se volvía helado y su respiración
se tornaba cada vez más rápida y forzada.
Luego de un
rato salí afuera, observe el barrio, todo parecía tranquilo, pero había algo
que todavía me inquietaba.
Volví hacia
mi casa, subí a mi cama y volví a dormir, tardé en dormirme, pero cuando lo
logre caí en un profundo sueño.
Era algo así
como un jardín, habían flores muertas por todos lados; vi al final de un
sendero, una chica sentada bajo un árbol con un teclado; ella resplandecía mientras
hacía sonar ese teclado iluminado.
Después de
observar un tiempo me acerque y me senté cerca de ella; al escuchar su teclado
le toque el hombro y desapareció.
El cielo se
torno de un color oscuro, llovía y el cielo tronaba y se veían relámpagos.
Luego de
correr por unos minutos encontré una casa donde podía quedarme hasta que pasara
la lluvia.
En esa casa
me vi a mi otra vez, esta vez estaba tocando la guitarra, sentado en el piso,
entre centenas de hojas de papel, escritas en pluma y lápiz.
Estas hojas parecían
tener escritas canciones, habían palabras y las acompañaban una serie de notas.
Hubo una de
las letras de las “canciones” que me llamo mucho la atención, creo que hablaba
de algo así como un jardín de los recuerdos.
Me lleve esa
hoja y fui hacia un monte en medio del bosque, escalé y en la cima prendí fuego
la canción y la lancé por los aires; yo veía como esta hoja volaba hacia el
lago, o por lo menos lo que quedaba de ella.
Al tiempo volví
a ver a la chica con el teclado, solo que esta vez tocaba una canción no tan
movida y cuando me acerqué a escuchar, el teclado explotó y todo se tiñó de
rojo. En ese momento vi una extraña luz, no la había visto nunca antes. Desperté.
Sí, había muerto en mi sueño.
Me levante,
me peine y prendí el televisor como de costumbre todos los sábados.
Estaba en un
canal de noticias y decía que un bosque se había incendiado y habían muerto dos
personas una de ellas era una chica, el otro un varón.
De inmediato
lo asocie con mi sueño, fui corriendo hasta mi cuarto y luego agarre mi
guitarra traté de recordar las notas de la canción del sueño, me di cuenta que
era una sucesión de notas menores, al tocarla me sonaba un poco triste, al
ponerle letra tomó algo de forma.
Quedé
dormido devuelta, esta vez en el sueño no había nada, era absolutamente desierto,
todo blanco; excepto por algo, era una mesa y arriba de ella había una nota que
decía “ahora.”, comprendí que cada vez que esta nota aparecía algo pasaba.
Volví a
despertar y fui al centro de mi ciudad donde me esperaban unos amigos.
Al llegar
uno de ellos me dijo:- “te ves raro.”. –“tengo mucho sueño.”- le conteste.
Seguí una
tarde normal y tranquila; llegue a mi casa, mire al sillón y ahí estaba yo, sí,
otra vez yo.
Esta vez me
miró y con una voz quebrada me dijo:-“Hasta acá llego esto”.
Saltó del sillón
del sillón y me tiró un cuchillo; vi mi vida ante mí; el filo del cuchillo
reflejaba mi cara de asombro.
Me sentí raro,
me desmayé y me llevaron al hospital, allí desperté y conté todo a un psicólogo
de apoyo.
El psicólogo
me dijo que no estaba loco, solo había una parte de mi que no estaba de acuerdo
con mis acciones.
También me
dijo que ese yo que veía podían ser mis acciones a futuro, no las podía cambiar
pero si podía cambiar mi persona; a pesar de que él era una ilusión la gente podía
sentir que él estaba sin saber que era.
Dos años más
tarde me mude a otra casa, al bajar el sillón me vi por última vez parado en la
puerta, ese “yo” la abrió y mi papá desde el camión le gritó “¡Gracias!”; él
rió y se metió a la casa.
Sí, mi papá
ya no me veía, ese sillón ya no existía; ese “otro yo” se había apoderado de mi
vida, mi familia y mis amigos.