Iba yo en busca de aquel
gran globo celeste, llevado por el viento y arrastrado por la lluvia, era de
mañana y mi infancia iba detrás de un pedazo de goma inflado. Lo corrí por
montañas, por valles, lo perseguí por ríos y huracanes, pero aquel globo celeste
no se dejaba alcanzar.
Ya cansado de tanta búsqueda decidí dejarlo ir, pero por
una vez en su corta vida el globo permaneció ahí, su hilo se ató a la rama de
un árbol y atascado en ese manjar de hojas verdes resaltaba un celeste cyan.
Trepé al árbol y logré cortar esa rama, cuando agarré el globo con mis manos
este se explotó y yo cansado de haberlo buscado en cada lugar me puse a llorar.
Lágrimas de mis jóvenes ojos brotaron, no mas de 6 años tenía en ese momento, y
mi gran globo celeste cyan hizo un río en mis ojos. Llegué a mi mamá llorando y
resongando por ese tonto globo que "sin saber por qué" había
explotado ante mi, y en ese momento mi mamá me explico muchas cosas, entre las
cuales estaba el "todo puede volver", secó mis lágrimas y me regaló
otro globo, este de color rojo pasión...
Hoy ya no tengo miedo de perderte, se
que tampoco necesito que vuelvas, porque nunca te vas a ir.