Sabía cuándo auto-dibujarme para no quedar mal parado observando solo el aspecto de rostros ajenos. Sabía no reprimir mis significados, pero si comprimir palabras y hacerlas mas suaves al oído. Sabía contestar tan solo con un par de letras cuando la pregunta era de más de un renglón. Sabía cómo cantar una balada en cada ocasión cuando mi estado de humor acudía a ello con audacia.
Conservaba enlatadas palabras que pinchaban o acariciaban mi corazón. E intentaba explicar qué era el amor y dónde estaba tan solo con un par de acordes. Las canciones eran de las pocas cosas que me acompañaban. Compañía continua desde mi cabeza, pasando por la Ruta 66 hasta mi corazón.
El camino inventado, color rojo infierno, ardiendo en llamas corre mi cabeza. Corro yo, sin rumbo alguno, a sus espaldas intentando alcanzarla y poderte pensar. No soporto mas nada ¿Qué puedo hacer? si ya no soy yo el que no quiere ver, sino vos la que no puede dejar la eficacia atras.
Corres cerca mio, pero cuidandome desde lejos, intentando con la mente alcanzar mi corazón. Y mi cabeza nos arranca cada hueso, como si fuese gratis desgarrar mi garganta a gritos de dolor. Seguimos en pie, pero no continuamos corriendo. Conseguí que mi cabeza vuelva a mi quedando atorado en este pedazo de infierno, en medio de mi Ruta 66. Fuego en el asfalto quema nuestros pies y vos te tiras a descansar.
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