Sus alas en libertad
revoloteando sobre un cielo azul que intenta parecer un mar de sueños, pero
termina siendo un cementerio de pájaros. Las balas vuelan atravesando cada
estómago, cada cabeza, cada ala, cada corazón del animal sin poder defender su
cuerpo.
Su alma cae al suelo en cámara lenta, mientras su cuerpo aún la acompaña. La agonía es su único amigo en el momento, lo único que está deseando es estrellarse contra el suelo y poder volar otra vez, tal vez sanar.
Las libélulas vuelan cerca de él y él ve su mundo girar cada vez más lento y oscuro. Se despluma casi por completo y el tiempo sigue pasando, mientras él sigue su camino, el cementerio de pájaros se va alejando.
Toca fondo, la agonía de aquél pájaro comienza a ceder espacio al placer, el placer de volver a nacer, ve una mancha blanca al final del camino, intenta volar hacia ella, nada lo detiene, excepto esa fuerza contraria a la que algunos llaman muerte. Para él fue placer, fue placer salir de ese cementerio de pájaros, fue placer caer y morir.
Cementerio de Pájaros.
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