Sinceramente no se en
dónde está mi cabeza, pero mi cuerpo está acá, en la cama en donde vivo
acurrucado al costado mas cercano a la pared, intentando huir de mal alguno,
intentando madurar aunque sea una hora para poder pensar, ya sea con mi cabeza
o mi corazón, intento razonar y vuelvo a oler ese aroma, ese perfume especial
que tiene mi cama, ese perfume de bebe que me trae recuerdos, como una noche
lluviosa.
Esta lluvia está ahogando cada parte de mi cuerpo, mientras yo sigo intentando volver a nacer entre la selva de cemento. Los edificios gigantes me devoran por completo, y la mierda que gira en la que vivo no ayuda ni un poco a distenderse, solo puedo escuchar ruidos de gigantes de metal, y la escarcha quebrándose en mi ventana.
Los pies de un cowboy talonean las verijas del caballo de acero, el cual galopea hacia aquel río lleno de minerales rojizos, no estoy seguro de que sean metales, tal vez sea solo sangre de despavoridos inocentes. Dos perros de una nueva era comienzan a dar el gran paso, en gigantes letras cursivas, aplastan los poemas de escritores muertos y la gente, intentaba ahogar su propia culpa en el liquido rojo que salía de sus venas y arterias.
Las espadas de gladiadores de oficina, armados con tecnología, su mundo termina cuando salen del edificio y se vuelve a un génesis cuando vuelven a entrar. ¿Y yo?¿Qué hago acá, si no soy parte de su mundo? Intentan matarme, muy lentamente, con los cables rojos y azules que pasan por dentro de ellos, por debajo de su piel y ahorcarme, el aire va a empezar a faltarme hasta morir acostado en una camilla, entre gigantes de pavimento y aquellos titanes de metal.
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