martes, 1 de octubre de 2013

Y... Sobre la muerte...


Ella tan blanca y yo tan roto, tan lleno de sangre, tan bordó.
Ella en aquella bala y yo tan solo postrado en una cama.
Ella tan... Tan pasada, tan cansada de esperarme, y yo... Yo aburrido ya de esperar.
Ella con su vestido de seda blanco y negro, y yo con mi ropa mas vieja.


Ella tan aburrida de mirarme de reojo, ya cansada de tanta mierda, de tanta basura adentro mio, tan aburrida de siempre la misma rutina, pensó que algo podía cambiar e intentó lo que nunca me logré decidir. Yo tan cansado, pero indeciso, ¿Qué digo? Asustado... Si, tan asustado, tan acostumbrado a ser yo y otro a la vez para cada persona. No entendía mi cabeza. Era un laberinto, un caracol, daba vueltas como una calesita, como un niño en una rueda de la fortuna. ¿Cómo se fijó en mi? ¿De qué le serviría alguien como yo? Sin respuesta alguna la muerte se acercó y tomo mi mano, me dijo lentamente al oído que me quería llevar a dónde lo negro se haga blanco, y por mas que suene mal, los ángeles se volvieran adicción. Pero no en el buen sentido. Comencé a preocuparme por mi, y lloré la primer y segunda lagrima. "Viví ya en Júpiter, Saturno, Urano, Marte y Plutón, pero nunca pisé el lado oscuro de la luna.", grité y el salto de la muerte fue sorprendente, se sacó su pálida capucha y me miró a los ojos. Empecé a sentir un ardor extremadamente doloroso en mi cabeza, no lo había sentido antes y me dijo "Eso es lo que duele morir, pero suelo hacerlo mas rápido. Imaginate que el lado oscuro de la luna es el dolor, ¿Todavía tenes ganas de ir?", creo que varios deben saber mi respuesta.


Ella tan odiada y yo tan solitario. Ella tan ingenua y yo tan tramposo para vivir. Ella siempre tan pálida, color nieve y yo con un corazón tan negro. No digo que haya estado mal que me haya matado, al contrario, ella es tan poderosa que puede hacer conmigo lo que quiera, total... Yo tan indefenso no puedo persistir.

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