Ella tan blanca
y yo tan roto, tan lleno de sangre, tan bordó.
Ella en aquella
bala y yo tan solo postrado en una cama.
Ella tan... Tan
pasada, tan cansada de esperarme, y yo... Yo aburrido ya de esperar.
Ella con su
vestido de seda blanco y negro, y yo con mi ropa mas vieja.
Ella tan
aburrida de mirarme de reojo, ya cansada de tanta mierda, de tanta basura
adentro mio, tan aburrida de siempre la misma rutina, pensó que algo podía
cambiar e intentó lo que nunca me logré decidir. Yo tan cansado, pero indeciso,
¿Qué digo? Asustado... Si, tan asustado, tan acostumbrado a ser yo y otro a la
vez para cada persona. No entendía mi cabeza. Era un laberinto, un caracol,
daba vueltas como una calesita, como un niño en una rueda de la fortuna. ¿Cómo
se fijó en mi? ¿De qué le serviría alguien como yo? Sin respuesta alguna la
muerte se acercó y tomo mi mano, me dijo lentamente al oído que me quería
llevar a dónde lo negro se haga blanco, y por mas que suene mal, los ángeles se
volvieran adicción. Pero no en el buen sentido. Comencé a preocuparme por mi, y
lloré la primer y segunda lagrima. "Viví ya en Júpiter, Saturno, Urano,
Marte y Plutón, pero nunca pisé el lado oscuro de la luna.", grité y el
salto de la muerte fue sorprendente, se sacó su pálida capucha y me miró a los
ojos. Empecé a sentir un ardor extremadamente doloroso en mi cabeza, no lo
había sentido antes y me dijo "Eso es lo que duele morir, pero suelo
hacerlo mas rápido. Imaginate que el lado oscuro de la luna es el dolor,
¿Todavía tenes ganas de ir?", creo que varios deben saber mi respuesta.
Ella tan odiada
y yo tan solitario. Ella tan ingenua y yo tan tramposo para vivir. Ella siempre
tan pálida, color nieve y yo con un corazón tan negro. No digo que haya estado
mal que me haya matado, al contrario, ella es tan poderosa que puede hacer
conmigo lo que quiera, total... Yo tan indefenso no puedo persistir.
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