Estaba encerrado en mi
habitación hace hacían ya tres días, tenía heladera y baño, así que no me era
problema vivir ahí. A demás me entretenía ya que tenía mi guitarra, mi equipo
de música, mi computadora y la PlayStation3. Los tres días pasaron volando, como
una piedra arrojada desde un noveno piso.
Escuché un sonido lejos de la habitación, era la puerta, alguien estaba tocando. Me levante de la cama, salí de mi cuarto, pasé por el pasillo principal, por la cocina, por el living y llegué a la puerta, pero cuando la abrí me topé con la sorpresa de que no había nadie afuera. Estaba de noche, eran al rededor de las 10PM en invierno, todo oscuro y mi barrio... Digamos que no era muy "seguro" para andar de noche solo. Sin embargo salí.
Caminaba por la calle, tranquilo, pero siempre alerta. Tengo un leve miedo a la oscuridad, por lo tanto iba por el lado de las luces, encontré una casa abandonada y decidí entrar para poder estar tranquilo un rato.
Caminé por las habitaciones de la casa, no había nada... Nada mas que una nenita, de unos siete u ocho años, rubia, ojos grises, casi negros, un vestidito de color blanco y rosa, medio rotoso, unas medias bucaneras, blancas, guantes rotos en las manos y unos zapatitos de escuela privada. Estaba despeinada y me miraba fijo, parecía conocerme. Estaba seguro que no. Me conmocione en sus ojos, no sabía donde empezaba la pupila o donde terminaba el iris, no quería verla más, me volvía loco. Pero loco en serio. Fui a la cocina y me senté en la mesa, me agarre de los pelos firme, pero tranquilamente intentando pensar que escribir, se me explotaba la cabeza, pero las ideas venían de a poco, el silencio me acompañaba y esa nena estaba en la otra habitación, quieta, sin mover un solo dedo. Las ideas vinieron de mi cabeza, como un rayo, pasaron por mi brazo, luego a la birome, y de ésta al papel.
Comencé a escribir sobre muchas personas que no tenían poder sobre ellas, gente muerta,
pero manipulada por alguna clase de hechizo, inventaba cosas a medida que mi lapicera trazaba las letras de la palabra anterior. Así estuve 4 horas, cuando fueron las 2:30AM, me levante de la mesa y fui a la habitación.
Estaba la nenita de la que les hablé, de la misma manera que la había dejado. Me dijo "No te acordas de mi, ¿no?" A lo que, por supuesto, respondí que no. Sentí como si hubiese entrado en mi cabeza y vi un recuerdo, el recuerdo de mi ex-esposa (soy viudo), muriendo en el hospital, yo escapando del sanatorio a una nueva vida, en otra casa, y una nena en los pechos de mi esposa, sí, ella era esa chiquita.
Esta casa era nuestra casa, de familia, por esa razón me parecía tan familiar... Pude salir de la visión y ella me susurró al oído, esta vez a mi lado "Te iba a amar, papá.". Asustado quise correr, pero tropecé con la escalera, me tomo del pie, me llevó hasta una cama, me sentó y empezó a gritar como nunca había escuchado a nadie, tuve que taparme los oídos y me dijo "¿Vas a hacer oídos sordos como la primera vez, papá?", cuando escuche eso comencé a llorar y me acurruqué en la cama.
Cuando me di vuelta vi que el armario estaba abierto y ella estaba sentada llorando, cuando me quise acercar a cuidarla, escuche un sonido proveniente de la puerta, giré el cuerpo y habían tres personas con mascaras, quise gritar, pero había quedado mudo, comenzaron a hablarme en otro idioma, los tres a la vez, era raro, pero eran mascaras de lo más normales, uno era un zorro, el otro un cerdo y el otro una oveja. Cuando se callaron los mire fijo y empezaron a gritar hasta que quedé sordo, me dolían mucho los oídos y las cuerdas vocales, pero seguía de pié. Desaparecieron en frente de mi.
Estaba preocupado por la nena, me di vuelta y estaba parada en el lugar que la vi la primera vez, la mire y los ojos se le pusieron del todo negros, abrió la boca y comenzó a brotar sangre de ella. Mis ojos empezaron a llorar sangre, y comencé a ver borroso, cada vez más negro, la luz se atenuaba a cada segundo, hasta que dejé de ver.
Sí, estaba sordo, mudo y ciego. Y desde allí no recuerdo nada más... Desde entonces mis días viven de noche, totalmente silenciosos.
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